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Cosquín Rock: el silencio cómplice de los artistas frente al maltrato a trabajadores
Los empleados denunciaron condiciones laborales deplorables, falta de medidas de seguridad y una organización caótica.
El Cosquín Rock 2025 se convirtió en un escenario donde los artistas presentes aprovecharon su influencia para atacar deliberadamente al presidente Javier Milei, pero guardaron un silencio cómplice ante los graves abusos que sufrieron los trabajadores del evento.
Mientras los músicos se dedicaban a hablar de política, cientos de empleados denunciaban condiciones laborales deplorables, falta de medidas de seguridad y una organización caótica que puso en riesgo su salud.
Según se pudo saber después del evento, los trabajadores denunciaron que fueron contratados por consultoras como "Salespower S.A.", "Nexo Group" y "Consultores de Empresas" bajo contratos precarios y con jornadas extenuantes. Según relató un trabajador, su jornada comenzó el 15 de febrero a las 8 AM y se extendió hasta las 3 AM del día siguiente, sin descansos adecuados ni condiciones dignas de trabajo.

Uno de los testimonios más contundentes expone que los trabajadores fueron abandonados bajo la lluvia durante horas sin asignación de puesto, y que la seguridad fue inexistente: "Tuvimos un incidente con una garrafa que pudo haber explotado junto con todas las personas que estábamos en la barra de atención y cocina. No había ninguna salida de emergencia, solo una puerta de salida con postes de 30 cm de distancia". El pánico se apoderó de los empleados, pero lejos de recibir ayuda, muchos fueron amenazados con no cobrar su salario si no volvían a sus puestos.
A esto se suma la indignante falta de provisiones: "La mayoría no recibimos ningún alimento o bebida hasta casi las 18:30 porque todo el mundo se desligó de nosotros".
Con apenas dos baños químicos para cien personas y sin acceso a agua potable, la situación se tornó inhumana. Para colmo, los micros que debían llevar a los trabajadores de vuelta a Córdoba nunca aparecieron en el horario pautado, y los empleados terminaron regresando recién entre las 5 y 6 de la mañana.

Silencio selectivo
A pesar de la magnitud del problema, ningún artista de los que se autoproclaman "defensores del pueblo" se pronunció sobre estos abusos. Mientras los trabajadores sufrían atropellos, los músicos en el escenario utilizaban su tiempo para atacar al Gobierno de Javier Milei.
En un acto de oportunismo político, aprovecharon el evento para criticar al presidente, pero ignoraron deliberadamente los padecimientos de quienes sostuvieron el festival con su esfuerzo.
Resulta paradójico que los mismos que hablan de justicia social y derechos laborales se mantuvieran en absoluto silencio frente a las denuncias. Su omisión demuestra que sus discursos están vacíos de compromiso real y responden más a una agenda ideológica que a una genuina preocupación por la gente.
Más allá de las críticas políticas y la hipocresía de los artistas, el Cosquín Rock 2024 también se vió empañado por una organización desastrosa. Desde el comienzo, la falta de logística quedó en evidencia con interminables demoras, fallas en la seguridad y problemas en el acceso al predio. La avalancha de gente intentando salir por la estrecha "puerta de emergencia" de 30 cm fue símbolo de la negligencia organizativa.
Lejos de ser una celebración del rock, el festival terminó siendo una muestra de precariedad laboral y una plataforma para discursos políticos sesgados. Mientras tanto, los verdaderos damnificados, los trabajadores explotados y maltratados, quedaron invisibilizados.
Los artistas que se llenan la boca hablando de derechos humanos y justicia social demostraron que, cuando la injusticia no encaja con su narrativa, prefieren mirar hacia otro lado.
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