Hay que desregular la bolsa de valores
Una necesidad para el desarrollo del Uruguay
Por Pedro Ponce De León.
En Uruguay tuvimos una época de oro en el mundo de las finanzas, algo que pocos mencionan, pero que es crucial entender. En 1867, cuando la Bolsa de Valores de Montevideo abrió sus puertas, estábamos a la vanguardia en América Latina. Imagínense, 34 compañías cotizando mientras que en Buenos Aires apenas si se veían media docena. ¡Era un Wall Street uruguayo! Pero, ¿qué pasó con ese esplendor?
Hoy, la realidad es otra. Nuestro mercado financiero está asfixiado por regulaciones que, en lugar de proteger, frenan el crecimiento.
La gente busca rentabilidades especulativas porque invertir en proyectos tradicionales, como una fábrica o una pizzería, ya no es tan atractivo. Las inversiones convencionales no rinden lo suficiente.
Tomemos el caso reciente de Conexión Ganadera. Recaudaron USD 400 millones, lo que representa un 0.6% del PIB de nuestro país. Esto muestra dos cosas claras:
Demanda de Inversión: Los ahorristas buscan alternativas, hay plata dando vueltas esperando ser invertida inteligentemente.
Problemas de Financiación: El sector privado se está estrangulando por falta de acceso al crédito tradicional, recurriendo a préstamos con tasas criminales, de 1.5% a 5% mensual.
¿Y qué tenemos? Una oferta y una demanda que no se encuentran porque el mercado está atado de manos por regulaciones que lo dejan débil y el sistema financiero, más muerto que vivo.
¿Qué Pasaría con Menos Regulaciones?
Piensen en esos USD 400 millones yendo directamente al mercado de valores, transformándose en acciones y obligaciones negociables. ¿Cuántas empresas hubieran levantado vuelo? ¿Cuántos ahorristas hubieran disfrutado de un mercado más fluido y transparente? Y, lo más importante, cuántos hubieran esquivado el desastre de las estafas financieras. Claro, siempre hay riesgos en la inversión, pero un mercado con regulaciones justas, no asfixiantes, hubiera sido un escudo contra fraudes de esta magnitud.
La desregulación, la clave:
El verdadero aprendizaje de esta situación no es más regulación, amigos. Es revisar, simplificar y hacer efectivo el marco normativo actual.
Simplificación: Menos burocracia, menos barreras para que las empresas puedan cotizar y crecer.
Regulación Eficiente: Supervisión sí, pero que no mate la innovación financiera.
Mercado Dinámico: Un mercado que responda rápido a las oportunidades, donde la competencia y la transparencia sean la norma.
Uruguay necesita volver a ser ese referente financiero que una vez fue. La desregulación, bien hecha, no es retroceder; es avanzar hacia un mercado de valores robusto, accesible, donde el emprendimiento y la inversión puedan florecer. Hay que desatar las cadenas de la regulación excesiva y dejar que nuestro espíritu emprendedor se manifieste en todo su potencial.
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