El aniversario de la reina Máxima: un repaso de su inolvidable vestido de novia
La reina Máxima celebra el aniversario de boda con el rey Guilermo Alejandro y su vestido de novia quedó inmortalizado
El 2 de febrero de 2002, Máxima Zorreguieta sorprendió al mundo al casarse con el entonces príncipe Guillermo Alejandro luciendo un vestido de novia que desafiaba las expectativas.
En lugar de un diseño ostentoso, optó por una creación italiana sencilla y elegante que contrasta con sus estilismos actuales, conocidos por el uso de grandes volúmenes y accesorios llamativos.
El vestido de novia italiano que cautivó al mundo
Máxima eligió un vestido confeccionado en seda mikadocolor marfil, con mangas francesas, cuello redondeado y un cuerpo liso. El diseño solo incluía dos sutiles apliques de encaje a los lados de la falda. Sin embargo, el detalle más destacado fue su cola de cinco metros y el velo de tul floral artesanal. Esta pieza, digna de un museo, fue una creación de Alta Costura del diseñador italiano Valentino Garavani, quien dedicó tres meses a su confección, con un valor estimado de 100.000 euros.
Antes de la boda, la prensa había captado a Máxima en Roma junto a su suegra, la reina Beatriz, visitando el taller principal de Valentino. Esto desató rumores que se confirmaron el día del enlace, cuando la futura reina apareció con el vestido. A pesar de su sencillez, el diseño recordó a otro icónico vestido: el de la princesa Anne en 1973, quien lució un modelo de mangas largas con un escote similar.
La tiara de estrellas: una joya con historia
El velo bordado a mano de Máxima se complementó con una tiara única que rindió homenaje a la Casa Orange-Nassau. La reina no eligió cualquier pieza de la colección real holandesa, en su lugar, adaptó la tiara que su suegra, la reina Beatriz, había usado en su boda con el príncipe Claus en 1966. Esta versión se hizo aún más llamativa para añadir brillo al sobrio vestido.
Previo al enlace, se supo que la tiara de Máxima sería una combinación de piezas históricas pertenecientes a las reinas Guillermina, Emma de Waldeck-Pyrmont y Sofía de Wurtemberg. Aunque era difícil identificar las partes exactas, los expertos confirmaron que la base provenía de la tiara de perlas encargada en el siglo XIX para la reina Sofía. A esta base se añadieron cinco estrellas de diamantes que pertenecieron a la reina Emma.
La reina Sofía de Wurtemberg, primera consorte de Guillermo III, solía usar una tiara similar, aunque con estrellas de cinco puntas. Fue la reina Emma quien introdujo las estrellas de 12 puntas tras recibir un juego de broches como regalo de bodas en 1879. Su hija Guillermina también recibió un broche de este estilo, que probablemente formó parte de la tiara de Máxima.
Máxima volvió a lucir esta tiara en dos bodas reales posteriores: la de Marta Luisa de Noruega en 2002 y la de Federico de Dinamarca en 2004.
Un vestido convertido en obra de arte
El vestido de Valentino no solo dejó una marca en la memoria de los seguidores de la realeza, sino que también se exhibió en varias exposiciones dedicadas a la Familia Real. La primera muestra, titulada Máxima: 10 años en Países Bajos, se celebró en 2011 en el Palacio het Loo de Apeldoorn, dos años antes de que Máxima se convirtiera en reina.
En 2017, el vestido volvió a exhibirse en el Palacio Real de Holanda para conmemorar el 50º cumpleaños del rey Guillermo Alejandro. Más recientemente, entre septiembre de 2021 y abril de 2022, el vestido fue parte de la exposición Maison Amsterdam en la iglesia Nieuwe Kerk, el mismo lugar donde la pareja contrajo matrimonio. Esta muestra presentó 150 piezas que recorren 250 años de historia en Ámsterdam, y el vestido de la reina Máxima ocupó un lugar destacado.
El vestido y la tiara de Máxima no solo representan un hito en la moda nupcial real, sino también una fusión de tradición y modernidad que continúa fascinando al público más de dos décadas después.
Más noticias: